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Desierto, historia, mar y petra
Limitando con Siria, Irak, Arabia Saudita, Israel y Cisjordania nos encontramos con Jordania. Un país que nos ofrece una infinidad de posibilidades turísticas, a pesar de estar rodeado de países que se encuentran en un conflicto constante.
En este país podemos encontrar una de las mayores maravillas del mundo moderno, pasearnos por su desierto y bañarnos en un mar donde es imposible hundirse.
Ammán es su capital, y es allí donde se encuentra el aeropuerto. ¡Y nuestro magnifico viaje comienza aquí!

¿Qué Necesitarás Para Tu Viaje?
- Seguro de viajes (IATI / Mondo)
- Pasaporte con validez mínima de 6 meses
- Visado a la llegada, válido por una entrada única al país y duración de 30 días. *
- No hay vacunas obligatorias.
- Se recomienda revisar la web del MAEC antes de realizar el viaje y durante la planificación del mismo por si hubiera algún cambio.

Información importante
- Idioma: árabe.
- Religión: Islam.
- Moneda: Dinar jordano. (Puedes consultar su cambio aquí)
- No hace falta adaptador para enchufar los aparatos electrónicos
- El horario es una hora más que en España. ()
- En cuanto a la temperatura, hay que tener en cuenta que los veranos son muy calurosos, pudiendo superar los 38 grados en algunas regiones. Debido a esto, la mejor época para visitar Jordania suele ser entre los meses de abril, mayo, septiembre y octubre.

¿Qué meter en la maleta?
- Ropa cómoda para las largas caminatas.
- Zapatillas cómodas de trekking.
- Gafas de sol.
- Crema solar, sobre todo para visitar Petra.
- Ropa de baño para el Mar Muerto, para el barranquismo en Wadi Mujib y para el bautismo de buceo / snorkel en Aqaba.
- Cargador portátil.
- * Chaqueta de abrigo cómoda y ligera.
- * Alguna camiseta térmica para los días fríos y las noches heladas del desierto.
- * Mallas para poner debajo del pantalón.
- * Algún par de calcetines más gorditos.
Petra, una de las siete maravillas del mundo
Petra es la antigua capital del reino nabateo. Forma parte de las Siete Maravillas del Mundo desde 2007 y es un destino obligado al cual ir, al menos, una vez en la vida.
Su nombre procede del griego, que significa piedra, pero no por ello debemos pensar que solo veremos edificios tallados en la roca si no que también tiene construcciones hechas con bloques de piedra al aire libre. El tipo de piedra que tiene es arenisca que le da su característico tono anaranjado.
Petra es conocida también como La Ciudad Perdida, ya que fue abandonada en la Edad Media, y no fue redescubierta hasta 1812 por el explorador suizo Jean Louis Burckhardt (1784-1817), el cual se ganó previamente la confianza de los locales gracias a que era un entusiasta de la cultura árabe, hasta el punto de convertirse a la religión musulmana. Este curioso explorador no se quedó aquí, también redescubrió para el mundo los templos del faraón Ramsés II y Nefertari en Abu Simbel (Egipto).
Esta ciudad tenía dos propósitos. Por un lado permitía a los nabateos ocultarse de los ataques de otros pueblos, y por otro lado, era una gran ciudad comercial.
Pese a estar en medio del desierto, Petra tenía agua. Los nabateos construyeron presas y una compleja red de canales para proveer a esta ciudad. A lo largo del trayecto por el Siq, el desfiladero que te dejará a las puertas del Tesoro, o Al-Jazneh, puedes ver unos canales a ambos lados que eran los encargados de transportar este agua.
Los romanos, por su puesto, también llegaron a Petra y lograron conquistarla. Fue el general Pompeyo en el año 63 a.C. y su influencia quedó plasmada tanto en la Via Columnata como en el Teatro de Petra.
Pero, si era tan importante, ¿por qué se abandonó? Esto fue debido a dos cosas principalmente. A un gran terremoto, que provocó que muchos edificios quedaran destruidos, y a que ya no tenía la importancia comercial de antaño, por lo que optaron por no reconstruirla y acabó siendo abandonada.
El inicio de un sueño
Por fin este sueño se hace realidad. El primer día del viaje se resume básicamente en coger el avión. Nuestro vuelo va desde el Aeropuerto Adolfo Suarez Madrid – Barajas con destino al Aeropuerto Internacional Reina Alia, al sur de Ammán, capital jordana.
El vuelo tiene una duración de unas 5 horas aproximadamente. Aunque el vuelo es tranquilo, los nervios están a flor de piel, voy camino del país que hace años deseo visitar.
Antes de dirigirnos al hotel nos realizan una prueba COVID, simple tramitación para la entrada al país. Aunque desde España ya habíamos salido con una PCR negativa, tenemos la obligación de hacernos otra PCR al aterrizar. Debido a esto, pasamos la noche cerrados en nuestras habitaciones del hotel hasta recibir los resultados.
La noche la hicimos en el Hotel Mena Tyche Amman.


Historia romana en Jordania
El día comienza con la noticia de que somos negativo y podemos disfrutar del viaje.
Tras tomar un desayuno típico jordano en el hotel, partimos a nuestro primer destino, el Castillo de Ajlun. Fue construido por un comandante de Saladino en 1184 para varios propósitos: defenderse de los cruzados, fue clave en la derrota de éstos, controlar las rutas comerciales del valle del Jordán y custodiar las minas cercanas de hierro.
Una vez terminamos en Ajlun, nos dirigimos a nuestra segunda parada del día, la espectacular Ciudad Antigua Romana de Jerash. Es la ciudad romana mejor conservada del Medio Oriente y fue una de las ciudades más importantes del Imperio Romano.
Durante el traslado, paramos para comer un bocadillo de Falafel, mezcla que me resultaba un tanto extraña.
En ella podemos visitar teatros romanos, imponentes templos, iglesias, plazas y otros edificios públicos. Estos son algunos de ellos:
Tras quedarnos con la boca abierta con semejantes estructuras volvemos al autobús y nos dirigimos a Madaba, donde haremos noche en Grand Hotel Madaba. El día no acabará sin antes probar la cerveza Petra.



Flotando por debajo del nivel del mar
Este día no hizo falta madrugar, para el resto sí, pero decidimos hacerlo para visitar Madaba, la ciudad de los mosaicos.
Visitamos la iglesia de San Jorge, que contiene uno de los mosaicos más importantes del mundo cristiano. Este mosaico es la representación cartográfica de los territorios de Tierra Santa.
Otra de las atracciones que visitamos fue el Parque Arqueológico de Madaba. En él podemos observar una gran cantidad de mosaicos, tanto en el suelo, como expuestos en la pared y en gran estado de conservación.
Dentro del Parque Arqueológico también encontramos la iglesia de la Virgen María y la antigua calzada romana de la ciudad.
Casi todas las entradas a estas atracciones turísticas las teníamos incluidas con el Jordan Pass.
Tras un rato, la hora de ir al autobús se acerca, por lo que ponemos rumbo de nuevo al hotel para llegar a la hora acordada.
Durante el camino hacia el Mar Muerto, pasamos por el Monte Nebo, pero no paramos. En mi opinión debimos de hacerlo, pero el guía manda…
Conforme nos íbamos acercando, íbamos notando cómo se iban entaponando los oídos debido a que este sus orillas se encuentran a más de 400 metros bajo el nivel del mar.
No sabemos si es siempre así para los turistas o qué, pero nosotros fuimos a la playa privada de un hotel. El Holiday Inn Resort Dead Sea.
Antes de que nos fuéramos directos al agua, la entrada al complejo nos incluía la comida buffet. Y tras la comida, Omar nos dio algunos consejos para el baño como que no metiéramos la cabeza bajo del agua y que primero se ponía el barro, luego se dejaba secar y a continuación te aclarabas en el mar.
El punto de no meter la cabeza en el agua nos pareció extraño y nos dijo que era debido a la alcalinidad que tenía el mar. Gracias a todo eso flotamos…
Yo nunca he flotado y sigo sin flotar en ningún mar ni piscina, por lo que imaginaros mi cara de felicidad cuando, sin esfuerzo ninguno, el propio mar te empuja hacia la superficie.
Tras el baño, la posterior ducha y disfrutar de la puesta de sol, nos dirigimos de nuevo al autobús en dirección a Wadi Musa, ciudad donde se encuentra lo que llevaba años deseando ver, Petra.
Nuestro hotel fue el Alanbat Hotel. Vaya frío pasamos en las habitaciones… ni con la calefacción a tope…






El día que llevaba años esperando
Miércoles 29 de diciembre de 2021, por fin ha llegado el momento. Nervios, sonrisa tonta y unas ganas locas de llegar al sitio me invaden de buena mañana. En el desayuno, se palpa que estamos todos deseando comenzar la aventura.
Cogemos el bus en el hotel que nos dejará en la entrada al complejo de Petra. Recordad que Petra es el nombre del lugar, no de ningún monumento en particular. Fue también, el hogar de los Nabateos.
Nada más entrar, nos encontramos con puestecitos de souvenirs en los que, obviamente, tenemos que regatear para comprarnos el pañuelo típico, la Hatta. Ya con nuestro pañuelo en la cabeza, comenzamos el camino que nos llevará a los monumentos principales y más famosos de Petra.
Para empezar, tenemos una caminata de un kilómetro aproximadamente hasta el inicio del desfiladero del Siq. Este desfiladero llega a tener una altura de hasta 70 metros y, en su punto más estrecho, «solo» tiene 3 metros de ancho. Toda la ruta está llena de tallas increíbles en la roca y de tuberías, a ambos lados del cañón, con las que distribuían el agua potable a toda la ciudad.
Este desfiladero, es el que nos llevará hasta las puertas del Tesoro de Petra.
Llega el momento, nuestro guía Omar nos dice que vayamos preparando los móviles o cámaras para que podamos inmortalizar el momento en vídeo y/o fotos. Es un momento extraño, quiero grabar mi primer encuentro con lo que llevaba años deseando encontrarme cara a cara pero, a la vez, quería que fueran mis ojos directamente, y no a través de la cámara, los que disfrutaran e inmortalizaran ese momento para el resto de mi vida.
Grabando como pude y haciendo fotos a la vez, en alguna no se veía nada obviamente, me vi frente a frente con el Tesoro de Petra, o Al-Jazneh en árabe.
Una cosa os digo, lo que ves en directo no tiene nada que ver con lo que ves en las fotos. Si en fotos impresiona, tenerlo delante es increíble. ¡Qué majestuosidad!
Podría seguir contando mis emociones, pero faltaría espacio en la web para describir todo lo que sentí en ese momento.
Tras tomar unas fotos y negociar con los locales para subir a un mirador a sacar unas cuantas instantáneas más, seguimos la ruta por el resto del complejo.
Continuando el recorrido, empezamos a notar que el desfiladero comienza a disminuir y tenemos un paisaje más abierto que nos permite ver más allá. Este camino es conocido por la Calle de las Fachadas, debido a la gran cantidad de tumbas que veremos talladas en la piedra.
Nos desviamos un poco para ver la Tumba de Uneishu, y tener unas vistas más completas del anfiteatro nabateo, tallado directamente en la piedra en su totalidad y, más tarde, ampliado por los romanos.
A continuación vemos las tumbas reales y algo que nos resulta muy muy llamativo. Hay una fachada que es muy similar, si no igual, que Al-Jazneh. Las más destacable es la Tumba de la Urna, que albergaba los restos de Maluchos II, rey nabateo, con unos impresionantes arcos que sostienen su amplia terraza.
Además, otras de las tumbas son: la Tumba del Palacio, con su gran fachada, la Tumba de la Seda, con sus llamativos colores, y la Tumba Corintia, muy similar a la fachada del Tesoro pero mucho más deteriorada.
Dejamos atrás las tumbas reales y nos adentramos en la Vía Columnata, llamada así por sus columnas a ambos lados de la calle. El suelo también cambia y ahora está empedrado. Su origen es nabateo, aunque tiene una gran influencia romana.
Al fondo de la calle, vemos la Puerta de Temenos, con la que se marcaba el paso a un lugar sagrado. Es similar a los arcos del triunfo romanos, con su arco central más grande y dos pequeños a los lados.
Poco antes de llegar a esta puerta, tenemos, a mano izquierda el Gran Templo que, curiosamente, no estaba dedicado al culto religioso si no que se utilizaba como una gran sala de recepción.
En cuanto pasamos la Puerta de Temenos, tenemos el Templo de Qasr al-Bint, o El Castillo de la hija del Faraón, que es la estructura erigida mejor conservada de todo el complejo. Delante de éste se encontraba un altar donde se realizaban sacrificios.
A continuación nos dirigimos al camino que nos llevará a Ad-Deir, o el Monasterio. Consta de alrededor de 800 escalones y pasaremos por tiendecitas de souvenirs y nos iremos cruzando con burros de carga, que harán el camino algo menos pesado.
Lleva cuidado durante la subida ya que podrás visitar el Triclinio del León, que estaba dedicado a banquetes rituales en honor de los antepasados, y del que mucha gente suele pasar de largo puesto que hay que tomar un desvío a mano izquierda por una senda estrecha. Esto pasa también porque vamos más pensando en acabar los escalones que en lo que podamos ver.
Tras un ratito subiendo escaleras, el paisaje se abre y comienza a invadirte la emoción. La pared que nos queda a la derecha nos tapa la vista del Monasterio, cosa que lo hace aún más interesante y nos llena de impaciencia. Unos pasos más. Giramos la cabeza y ahí está, Ad-Deir. Increíble, inmenso, bonito… Soy un enamorado de Al-Jazneh, pero, en mi opinión, puede llegar a ser más impresionante y gustar más que el propio Tesoro de Petra.
Si estás pensando si subir las escaleras o no por si no merece la pena, no te lo pienses más. ¡Súbelas, no te defraudará!
Por allí nos tiramos bastante rato, recorriendo los miradores que hay alrededor y tomar más fotos.
Una vez ya vemos que empieza a atardecer, decidimos ir bajando para volver al autobús.
Durante la ruta de vuelta nos seguimos quedando maravillados de los monumentos que hay y pensando cómo podían haber hecho todo aquello con las herramientas de las que disponían.
Una última mirada a Al-Jazneh, prometiendo que volveré, y directos para el autobús.
Esa tarde nos fuimos a un baño turco en el que nos exfoliaron, nos hicieron un masaje, chicos por un lado y chicas por otro, y de cena a probar el ¡¡camello!! El restaurante en el que estuvimos fue Al-Wadi Restaurant. Nos atendieron de maravilla y la comida riquísima, lo recomiendo.
Una vez acabamos de cenar, nos acercaron con sus coches al hotel, de nuevo el Alanbat Hotel.




De paseo por Marte
De nuevo, ¡¡¡madrugón!!!, desayuno y al autobús. Nuestro destino final es el desierto de Wadi Rum, pero antes pararemos por Little Petra.
Little Petra podría considerarse como el «hotel» de los comerciantes que transitaban la Ruta de la Seda. Como su nombre indica, es una especie de Petra pero en pequeño.
Al igual que su hermana mayor, tiene edificios tallados en la roca dedicados al culto y en una de las estancias podemos ver un fresco restaurado. Aunque no impresiona tanto como Petra, también posee un encanto especial al ser tan pequeño y estar tan concentrado todo.
La entrada al recinto va incluida en el Jordan Pass.
¡¡¡Rumbo al desierto!!!
Cogemos el autobús y partimos dirección al desierto de Wadi Rum. Su característico color rojizo, hace que se asemeje a la superficie de Marte. En este desierto se han rodado películas como Lawrence de Arabia, Prometheus o Marte (The Martian).
Cambiamos de transporte por unos 4×4 y comenzamos la aventura por este maravilloso lugar. Aquí pudimos ver la Mushroom Rock, llamada así por su parecido a una seta, montañas y dunas impresionantes y disfrutamos de la subida al puente de roca de Umm Fruth.
Nuestro campamento era el Beyond Wadi Rum Camp, y nos deleitaron con una cena típica cocinada bajo la arena.




Un final de año diferente
Abandonamos el campamento del desierto tras el desayuno y ponemos rumbo a la ciudad de Áqaba, donde celebraremos el Fin de Año de 2021.
Áqaba está situada al norte del Mar Rojo y es un lugar muy popular para practicar buceo. Está justo en la frontera con Israel, podemos ver la ciudad de Eilat, e incluso se puede ver también territorio egipcio.
Nuestro alojamiento en Áqaba fue el Baity Boutique Hotel, que todo hay que decirlo, estaba muy muy bien y se agradecía una cama así de cómoda ya.
A nuestra llegada, fuimos al puerto a coger un barco para ir a hacer buceo, un bautismo los que no teníamos ninguna titulación, como era mi caso, y bajar a ver un avión hundido para los que sí la tenían. Mientras unos buceaban, otros hacíamos snorkel y disfrutábamos desde la superficie. Cuando me tocó el turno de bucear pude disfrutar de un coral y de sus peces de colores. Impresionante.
Esto supuso un problema, un bendito problema, y es que me comencé a sacar títulos de buceador hasta llegar al PADI® Rescue Diver. Recomiendo a todo el mundo que se saque al menos el título básico para poder disfrutar de la belleza del mar y, sobre todo, de la tranquilidad y silencio que no tenemos en la superficie con el jaleo del tráfico, gente gritando, etc… Es muy gratificante.
Dentro del barco nos prepararon una comida, que estaba riquísima por cierto, con pollo especiado y hummus, cómo no…
De vuelta al puerto, el autobús nos llevó al hotel para descansar un rato y prepararnos para la noche. Nos íbamos a un restaurante a cenar y celebrar nochevieja. Antes de ir a la cena, estuvimos en la playa y estaba abarrotada de gente. Algunos se bañaban y otros simplemente estaban allí pasando el rato cenando y demás.
La cena fue un poco caos. Nos tomamos las uvas antes del plato principal de la cena. En nuestra opinión, se vieron un poco desbordados por la cantidad de gente, pero la cena en general estaba muy rica y lo pasamos muy bien.
Una vez terminada la fiesta, volvemos al autobús y al hotel a intentar descansar lo máximo posible, que mañana nos toca un viaje largo de vuelta a Ammán.



Paseo por la Ciudadela
Laaaargo camino de vuelta a Ammán, puerto de salida y final de nuestra aventura. Esta vez sí nos dedicaremos a visitar la gran capital de Jordania. En particular, nos centraremos en la Ciudadela, o Jabal al-Qal’a en árabe.
La Ciudadela es uno de los lugares más antiguos del mundo que han sido habitados de forma continua. Ha sido ocupada por grandes culturas como los asirios, babilonios, persas, griegos y romanos. Durante la época griega, el sitio se llamó Filadelfia, hasta que, una vez los musulmanes consiguieron conquistar el lugar, lo cambiaron a Ammán.
Entre sus monumentos podemos destacar el Templo de Hércules, el Palacio Omeya, la Cisterna Omeya, la Iglesia Bizantina y el Museo Arqueológico de Jordania.
La entrada a la Ciudadela está incluida en el Jordan Pass y con un par de horas tienes suficiente para visitar y disfrutar del complejo en su totalidad.
Nuestra última noche también la pasamos en el mismo hotel de la primera, el Hotel Mena Tyche Amman.



Últimos regateos en las tiendas y disfrutando su gastronomía
El último día lo pasamos paseando por el zoco de la ciudad. Visitando los mercados callejeros y entrando en todas las tiendas de souvenirs para las compras de última hora. Dado que teníamos el vuelo por la tarde, teníamos tiempo de sobra para regatear en las tiendas sin preocuparnos en exceso por el tiempo.
También nos dio tiempo a hacer una visita al impresionante Teatro Romano.
Con nuestro guía, que se trajo a su familia, fuimos a comer a un restaurante de comida local.
Un gran cierre para un viaje que no olvidaré en mi vida y que, por supuesto, repetiré.